Marcelo Ricigliano
Cantos
El tráfico vehicular se ha constituido durante
todo el siglo XXI, en un elemento de atención prioritaria para los gobiernos. Entre
las razones principales está el crecimiento del parque automotor, que al menos
en términos venezolanos, ha sido desproporcionado en los tiempos recientes. Según
varios estudios, para 2008 el parque automotor en nuestro país superaba los 5
millones, lo que representa un crecimiento de 113% en comparación con 1998. [1]
Este fenómeno se hace cada vez más notable y es que para 2011 se ha estimado
que por cada 10 personas existían casi 2 carros en Venezuela.
Teniendo en cuenta tales cifras, es
importante determinar cómo está repartido ese total de vehículos en Venezuela,
a fin de medir el verdadero impacto de su incremento. Uno de los casos más
representativos es el de Caracas. Según informes del INTT se estima que en la
capital existen al menos 1,3 millones de carros; sin embargo, otras cifras
–informes extraoficiales- apuntan a que son más de 2,4 millones. [2]
Otros datos apuntan a que el 38% de los carros del País se encuentran
concentrados sólo en el 1,1% del territorio Nacional. Este comportamiento hace dramático el asunto, toda vez que son
pequeñas zonas –las urbanas- las que se ven impactadas negativamente por este
crecimiento automotriz.
En Venezuela se ha entendido que al adquirir
un “carro”, se adquieren simultáneamente varios elementos: principalmente
“status” (tener carro otorga al propietario cierto “status” social), comodidad
en el viaje, facilidad para transportarse y “ahorros de tiempo”. En esta oportunidad hablaremos del último de
esos elementos.
Y es que en realidad, comprar un vehículo ya
no comporta, en la mayoría de los casos, ahorros de tiempo. Según varios
estudios, las personas que trabajan o estudian en Caracas pierden, y no
invierten que sería lo indicado cuando hablamos de “tiempo”, entre 2 a 4 horas
en el tráfico vehicular diariamente. Estos números –dejamos los resultados
matemáticos de lado- elevados a semanas, meses y años, generan un resultado que
cada vez se hace más angustiante.
Lo primero que se piensa, al menos en
Venezuela y en muchos países de Latinoamérica, es que la única y sobre todo la
más importante solución, es la construcción de nuevas vías. Esta aseveración es
cuestionable desde muchos puntos de
vista. De acuerdo con varios especialistas, no hay una relación directamente
proporcional o beneficiosa entre la construcción de nuevas vías y el
descongestionamiento vehicular: “una vez se construye una nueva carretera,
resulta pasmoso cómo recoge tráfico”. [3]
No tomamos el postulado anterior de forma
absoluta. Ciertamente resulta inverosímil afirmar que construir más vías en
Venezuela no sería beneficioso. De hecho, en las grandes ciudades y en las vías
que interconectan Estados, es necesario una inversión muy importante en la
construcción y generación de nuevas obras de infraestructura que ayuden a
llegar a más lugares, de maneras más rápidas, que permitan mejor flujo vehicular
y conlleven a aliviar, en alguna medida, los pocos espacios por los que
transitan los vehículos en nuestro País.
Lo que sucede es que el trabajo que debe
realizarse para satisfacer el déficit de atención a la problemática del tráfico
vehicular, del tránsito y de la movilidad del venezolano, debe llevarse a cabo
desde perspectivas amplias, innovadoras y sin restricciones. No se trata de construir
una nueva calle, como tampoco se trata de abrir nuevos canales de contraflujo;
se trata de implementar políticas responsables, coordinadas e integradoras de
varias soluciones. Para ello, se
presentan Sistemas Inteligentes de Transporte [4]
como propuesta, novel en Venezuela, pero experimentada en Países con
desarrollos en estas lides, que atienden y se dedican a presentar soluciones y
proyectos para el crecimiento de una sociedad, el avance de un País y el
mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos.
Los Sistemas Inteligentes de Transporte
surgen con fuerza a partir de los años 90, momento en el que asuntos como movilidad,
calidad de vida y congestionamiento/tráfico vehicular comenzaron a apoderarse
de los grandes centros urbanos mundiales. A través de áreas de especialización
(Telecomunicaciones e Informática: Telemática) se empezaron a plantear
soluciones que integran todo el continente que implica movilidad.
Desde la construcción y mejora de vías públicas –que también están incluidas en la industria- pasando por mejoras al transporte público y privado, obras de infraestructura, servicios de información al ciudadano, beneficios en el medio ambiente, uso responsable de energía, entre muchas otras en las que la Electrónica y las Telecomunicaciones se encuentran, forman parte de una industria que tiende, con propiedad, a servir de respuesta al requerimiento de construir “ciudades inteligentes".
[1] Mundo
Universitario, Vol X (1), 38-48, 2012.
Lílido N. Ramírez I. El Parque Automotor en la República Bolivariana de
Venezuela 1990-2011, ¿Estratos Medios de la Población y Elecciones 2012. http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/34668/1/articulo4.pdf
[2] http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/ciudad/faltan-741-mil-puestos-para-estacionar-en-caracas.aspx. Patricia Marcano – Últimas Noticias
[3] Robert Louis
Stevenson. Citado en “Tráfico” de Tom
Vanderbilt. Editorial Debate.
[4] Traducción literal
de su formulación en inglés: Intelligent Transportation Sistems (ITS). En
castellano a veces entendido también como Sistemas de Transporte Inteligente.
De hecho, se prefiere esta última, pero entendemos que Sistemas Inteligentes de
Transporte ha sido internacionalmente establecido y aceptado, por lo que no
entraremos, al menos no ahora, en dicotomías conceptuales.
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